Gilda: una historia que despierta devoción

La segunda semana de proyección del film Gilda, no me arrepiento de este amor sigue provocando colas para conseguir un pase disponible para las 230 butacas que tiene el Espacio INCAA que funciona en la Casa de la Cultura.
 
Las funciones de jueves y viernes presentaron una cantidad de asistentes cercana a 200 en cada entrega y sólo restan una este domingo a las 18 y otra el miércoles a las 21 horas.
 
Pero… ¿Por qué la historia de una intérprete de música bailantera mueve a tantas personas?
 
Gilda triunfó en la bailanta como cantante de los cuartetos de los sábados a la noche. Dicen que su estilo se impuso de golpe contra las estrellas "suntuosas" del género, la Mona Giménez y La Bomba Tucumana.
 
Hasta los veintiocho años había sido maestra jardinera y un día resolvió cambiar de rubro y abordar los bailes populares de los sábados a la noche y cautivar a su audiencia, y de hecho lo consiguió. Sus formas físicas eran delicadas y su encanto residía, precisamente, en esa gracia que evocaba -según las fotos-a las ninfas de Botticelli, pero en versión criolla.
 
Gilda, llamada en realidad Miriam Alejandra Bianchi, logró algo que no sabemos si estaba en su deseo: no sólo vendió más de un millón de discos de un solo título, sino que la gente le atribuyó a su persona facultades milagrosas.
 
Por eso, para miles de jóvenes argentinos, Gilda era y es una santa. Todos creían en el mero contacto de sus manos, porque sus manos traían consuelo y, aparentemente, curaban.
 
Murió a una edad en la que todavía prevalece la lozanía y el vigor de la juventud, y esa desdicha favoreció la estatura del mito. De haber vivido, hoy tendría 55 años.

Casa de la Cultura: Dr. Madariaga y Alberti.
Proyecciones: Domingo 25 a las 18 Hs. Miércoles 28 a las 21 Hs.
Entrada: General $ 30 – Jubilados $ 15.