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Nuevas anécdotas del Tuyú llegan al Museo Histórico

Nuevas anécdotas del Tuyú llegan al Museo Histórico

El Dr. Mariano Cima relatará antiguas historias relacionadas a personajes que habitaron estas tierras. La cita será mañana a partir de las 20 horas.

historias del tuyu

Una nueva charla a cargo de Mariano Cima sobre historias, anécdotas y personajes del Tuyú se realizará mañana jueves en el Museo Histórico a las 20 horas.
 
El abogado, quien durante años ha investigado en archivos legales los personajes que habitaron la región, vuelve al museo para contar nuevos relatos.
 
Los registros en lo que basa sus cuentos pertenecen al juzgado de paz local y al archivo de Dolores y algunos datan del año 1848.
 
El interés de Cima por investigar este material surgió cuando leyendo un libro de Velázquez se encontró con que nombraba a su tatarabuelo, el cual había estado involucrado en una pelea de cuchillos.  “Luego continué interiorizándome en otras y más tarde descubrí que no todo era pelea, por lo que también me centré en las anécdotas de aquel entonces que relataban la vida tal cual era en ese momento” había comentado Cima durante la primer charla que realizó en el Museo.
 
La cita es mañana jueves en Martínez Guerrero 1649, a partir de las 20 horas y la entrada, libre y gratuita.
 
A continuación se expone una de las historias que Cima publica cada sábado en el Mensajero de la Costa:
 
"QUIEN SABE SI LO E´LASTIMADO...":
 
Había mucho trabajo por hacer en aquella mañana del 10 de enero de 1864 en la Estancia "Macedo", y por esta razón, el Mayordomo le ofrece un trabajo por día al peón ovejero Santiago Barros, un oriental de 25 años, quien sin dudar acepta la oportunidad.

Habiendo hecho y formado la tropa de ganado, la encierran en los corrales y se disponen a retirase "a las casas". En esos momentos y espontáneamente León Hernández lo invita a Barros a correr una carrera a caballo por $ 20 pesos y ahí nomás entregan la plata de la apuesta.

Cuando estaban por dar la orden de largada, Barros se "bajó" de la competencia argumentando que su caballo no estaba armado para correr y se retiró, por lo que entonces Hernández hace lo mismo y reclama la devolución de su plata.

Al otro día, ya cerca del mediodía, y siguiendo con el trabajo en la tropa, el capataz le ordena a Barros que vaya a buscar carne e hiciera un asado para la gente en el fresco del monte. Así pues se dirige a la cocina chica de la estancia, y ahí se encuentra "medio divertido" a Hernández, que le recrimina que había "escuchado decir que andaba diciendo que él había ganado la carrera - en referencia a Barros - y que no le quería pagar"... De nada sirvió decir que eso no era cierto, por lo que en un segundo Hernández lo atropelló con el cuchillo, y también al instante Barros hizo lo propio, pero todo quedó en un amague ya que cuando Hernández manoteó una marca y amagó a pegarle con la espiga, Barros "ganó" la puerta y salió corriendo dejando su caballo en el palenque, siguiendo la sugerencia de la mujer de Hernández que le decía que "dispárese". En el trayecto se cruza con otro peón llamado Felix Martínez a quien le pide el caballo y regresa con su capataz y le comenta lo sucedido excusándose de no haber llevado la carne. Ahí nomás, se ordenó a otra "comisión" a buscar el asado...

Según dicen los testimonios al "cuarto de hora" aparece Hernández, encontrándolo a Barros acomodándose el chiripá y con el cuchillo y vaina en la boca, y ni bien se bajó del caballo le dio un rebencazo que fue amortiguado con el brazo por parte de Barros, pero como se venía el segundo palazo, éste saca su cuchillo y apuñala a su atacante en el estómago, no obstante Hernández logra montar y se retira para el lado de las casas; al escuchar el grito "abánjelo"!!! salen de un ranchito próximo otros peones que estaban allí reunidos, Ramón y Dionisio Monsalvo, Juan Robles e Hilario López. Estos dan testimonio que Barros exclamó: "quien sabe si lo he lastimado..."!!!. A los pocos minutos, Hernández es hallado tirado sin vida en la zona de la quinta.

Al otro día llega la comisión del Juzgado al mando del Teniente Alcalde del Cuartel 1º, Don Jacinto Ibarra, quien en presencia de Don Justo Lynch, Don Pedro Marra, Don Malatestta, suscriben un acta del cuerpo y heridas sufridas de Hernández, y detienen a Barros junto a su cuchillo: cabo de madera forrado en cuero, hoja de fierro de 1 pulgada de ancho y de 8 pulgadas de largo disminuyendo proporcionalmente hasta la punta, de un solo filo.

El 21 de enero, ya concluído el sumario, es elevado al Juzgado Criminal de Dolores, junto a Santiago Barros, quien en la misma cárcel se le nombra al Defensor de Pobres, Dr. Figueroa.

El Agente Fiscal Dr. Cipriano Muñoz, entendiendo que Hernandez había sido el injusto agresor de la pelea, le solicita al Juez que absuelva al preso Barros. Lógicamente la defensa compartió el criterio de la Fiscalía asi que nada agregó temiendo redundar los argumentos ya expuestos.

En mayo de 1864, el Juez Dr. Cueto dicta sentencia absolviendo de toda culpa y cargo a Santiago Barros, ordenando sea puesto en completa libertad.

Fue en enero de 1864 cuando en el viejo Tuyú, una carrera que nunca empezó...terminó mal.
 
 


 
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