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Cine en el Espacio INCAA con Darío Grandinetti y Andrea Frigerio

Cine en el Espacio INCAA con Darío Grandinetti y Andrea Frigerio

Rojo se proyectará una vez más desde las 18 horas. Entrada general 50 pesos.

rojo dos

Esta tarde, desde las 18 horas, se proyectará por tercera vez en la pantalla del Espacio INCAA Madariaga, Rojo: la película premiada en el Festival de cine de San Sebastián y que tiene a Darío Grandinetti, Andrea Frigerio, Alfredo Castro y Diego Cremonesi como protagonistas.

 

El valor de la entrada es de 50 pesos la general y se aplica descuentos para jubilados y estudiantes.

 

La crítica de Martín Chiavarino (Metacultura)

 

El realizador argentino Benjamín Naishtat, responsable de los excelentes films El Movimiento (2015) e Historia del Miedo (2014), se adentra en su último opus, Rojo (2018), en las agitadas aguas de la década del setenta a través de una amalgama de géneros para crear una historia sobre las relaciones sociales en el interior del país en los meses previos al golpe cívico militar de 1976.

 

Sin situar la acción en ninguna provincia específica de la Argentina, el film comienza a fines de 1975 para seguir el derrotero de un abogado del interior, Claudio Morán (Darío Grandinetti), que se ve involucrado en una investigación por la desaparición del hermano de una amiga de su esposa por parte de un mediático detective chileno a la vez que ayuda al marido de la misma amiga de su esposa a obtener ilegalmente el título de propiedad de una casa abandonada.

 

Naishtat crea aquí un relato entre el melodrama y el thriller policial cargado de metáforas sobre la violencia que se vivía y la que se avecinaba en el país en una época de graves enfrentamientos políticos que marcaron con sangre toda la historia argentina. Al igual que en sus opus anteriores el director crea secuencias que funcionan como eje del relato. Las dos primeras escenas ya dan cuenta de todo el conflicto que se cierne sobre los protagonistas. En la primera se sitúa la acción en septiembre de 1975 y se puede observar a distintas personas saqueando impunemente -pero con parsimonia y sin sobresaltar a los vecinos- una hermosa casa en alguna ciudad del interior del país. En la segunda dos hombres discuten absurdamente en un restaurant sobre modales y cortesías en lo que deviene en un escándalo y un enfrentamiento callejero. Ambas escenas tienen una tensión extraordinaria y marcan lo que será un trabajo realmente palpitante.

 

Distintas cuestiones como los secuestros seguidos de desapariciones, la intención de ocultamiento de las diferencias, la mentalidad de los grupos de tareas, los enfrentamientos entre la burguesía y todo lo que no representaba sus valores, la importancia de la fe católica para la derecha argentina y la relación con la cultura norteamericana surgen en el relato como elementos cotidianos en un manejo narrativo magistral por parte de Naishtat, ejemplificando todos estos asuntos a través de metáforas, alegorías, comentarios al pasar y diálogos casuales que indagan en el clima de violencia que se respiraba en Argentina. Al igual que en La Cinta Blanca (Das weiße Band, 2009), el realizador argentino intenta indagar en el huevo de la serpiente, o sea, en la matriz autoritaria y estafadora de una burguesía miserable que se alineó con lo peor de la milicia